La persona del catequista se comprende como aquel creyente, que conoce y ha vivido un encuentro con Jesucristo en Persona, quien invita a encontrarnos con Él (cf. DA 131), es persona, no una doctrina, teoría o abstracción, por lo que su vida espiritual cristiana es ante todo seguir a una persona, a quien debe de conocer bien, pues no se confía ni se cree en quien no se conoce. El encuentro con Jesucristo en persona, además de nos vincular con Él, nos configura con su Persona. Nuestra relación, vinculación y configuración con Él, y que revela la calidad de nuestra relación con el “Otro” (Dios), es también la medida de nuestras relaciones con el “otro” (hermano) y el grado de la vivencia de nuestra vocación a la santidad.
Allá por las décadas de los 40, bajo el pastoreo de los Padres Paulinos, en las diferentes comunidades de la parroquia de San Buenaventura, los sacerdotes habían escogido a personas serias, religiosas, de buenas costumbres, integradas a la comunidad cristiana,para que formaran a los niños y niñas para la Primera Comunión.
En la década de los 50, llegaron a la parroquia, las Hermanas de Nuestra Señora de Sion, quienes se preocuparon por formar catequistas, para que hicieran una catequesis atractiva, organizada, dirigida a niños pequeños, a escolares y a los que ya habían hecho la Primera Comunión.
Hoy día es necesario insistir en que la catequesis es un proceso que ayuda al cristiano crecer en la fe, prioritariamente y NO exclusiva para recibir un sacramento.
Otros procesos como la Catequesis Bautismal, de Confirmación y al Matrimonio han ido creciendo y ayudando a los destinatarios a recibir respectivamente cada sacramento con mayor madurez y compromiso personal y comunitario.
En este 2021 se cuenta con 61 catequistas.